top of page

El camino hacia la autenticidad

Donde está tu intención, fluye tu energía; y donde fluye tu energía, nace la creación.


Shi Heng Yi nos recuerda que la vida alcanza su plenitud cuando pensamientos, palabras y acciones están en armonía. Si tu corazón anhela algo, pero tus acciones no reflejan ese deseo, el universo no puede responderte con claridad.


Recibo una llamada de un colega anunciándome que me ha tocado un viaje. Es la primera vez que algo así me sucede: sin esperarlo, de la manera más sencilla y tras una acción en la que apenas reparé, surge un regalo.


¿Desde dónde recibimos los regalos? ¿Nos permitimos aceptarlos sin más, sin la necesidad de justificarlos?


Me doy cuenta de que el merecimiento y el simple acto de recibir siguen siendo asignaturas pendientes para mí. Decido quedarme ahí, en ese sentir, y dejar que lo que deba surgir, surja.


La dificultad de recibir


¿Estoy abierta y preparada para recibir una bendición?

¿Soy lo bastante clara, receptiva y confiada para tomar lo que se me está dando?

¿Estoy realmente dispuesta a recibir?


¿Qué hay detrás de esta dificultad? Me doy cuenta de que es una capa más de un sentimiento que he experimentado otras veces. El de conformarme con las migajas que otros no quieren. El de creer que esto no es para mí. El de sentir que es tan hermoso que, seguramente, pertenece a otro… Alguien que lo merece más, que lo ha hecho mejor, que ha sabido explicarlo con más claridad. Alguien más vistoso, más inteligente…


Buf… Siento cómo se me encoge el estómago y cómo duele en el alma tener este sentimiento hacia mí misma. Pero ahí está. Una capa profunda, quizá heredada, tejida en la historia de las mujeres de mi linaje. Décadas, siglos, circunstancias… Y, sin embargo, ahora todo está alineado. Ahora, por fin, estamos preparadas para recibir la luz.


En alineación con la vida


Siento que este es el momento en que mi mente, mi corazón y mis acciones están en plena alineación, listas para caminar en la dirección del viento, en sintonía con el río de la vida. Ese río invisible que nos conecta con el Todo y que, por fin, me permito sentir.


Es el instante de estar como nunca lo hice. De verme y de sentir la presencia del Todo en mí. Miro a mi alrededor y respiro la paz. Escucho a los pájaros cantar y me pregunto:"¿Cantan porque están contentos o, al cantar, es que se sienten contentos?"


La diferencia es sutil y, a la vez, inmensa, porque nos conecta con la esencia de la creación: ese fluir en el que el Todo orquesta el movimiento fluctuante de la vida.

Cuando aceptamos que nos movemos en este mar de sensaciones, en este infinito juego de percepciones, todo se vuelve tan sutil...


El arte de recibir


La niña que llega al mundo lo hace sin preguntas, sin dudas. No se cuestiona si merece el aire que respira, el amor que recibe o la luz que la envuelve. Simplemente ES, en un estado puro de recepción y confianza.

El merecimiento no es una conquista ni una prueba para superar; es un derecho innato. Como esa niña que nace con los brazos abiertos, lista para recibir sin juicio ni comparación.


¿Cuánto permiso me doy para sentir la vida como algo natural?


Recuerdo un viaje a Marruecos, hace unos once años. Visitamos a una familia nómada en el desierto de Merzouga. Es el hogar para las familias de bereberes que se desplazan con sus rebaños en busca de agua y pasto, siguiendo el ritmo de la naturaleza. En medio de la aparente nada, ellos encuentran todo: el cielo infinito, el silencio que habla y la vida en su forma más pura.

Yo, perpleja ante la realidad que percibía en medio de la nada, le pregunté a Lena:

—¿Y qué hacen todo el día...?

Ella me miró y sonriendo respondió:

—Vivir, Sylvia... vivir.

ree

Para mi, esta reflexión tan sencilla y básica me resulto tan apabullante que me atrapo y me catapulto a emprender un camino de reconexión con lo esencial de mi vida.


Tal vez, la clave no esté en esforzarse por recibir, sino en soltar lo que impide recibir. En dejar que el río te lleve, en vez de preguntarte si mereces su corriente. Como los pájaros que cantan, no porque se lo hayan ganado, sino porque son parte de la gran sinfonía de la vida.


Soltar para recibir


¿Qué necesito soltar para recibir sin juicio ni comparación?


Nuestra historia—la que hemos interpretado, la que nos ha moldeado y ha impregnado nuestro cuerpo—es la protagonista de la película que proyectamos cada día en nuestra realidad


Sé, con certeza, que mis padres hicieron todo lo que estuvo en sus manos, de la mejor manera que supieron. Viniendo de una época marcada por la guerra y la posguerra, vivieron carencias, sacrificios y un esfuerzo inmenso por reconstruir lo que había sido devastado. Padecieron pérdidas inconmensurables, incluso de lo más esencial para la vida.

Crecí en el eco de esa historia, en un entorno donde el amor y la abundancia parecían depender del esfuerzo, del trabajo arduo, de la lucha constante. Esta idea que me genere y, absorbida quizá por mimetismo, se convirtió en el motor de mi vida, llevándome—sin darme cuenta—a recoger migajas en lugar de tomar la plenitud que la vida me ofrece, porque sí, por derecho de nacimiento.

Es como si una gran parte del pastel estuviera ahí, disponible, pero ni siquiera me permitiera mirarlo. Como si, aunque existiera para los demás, yo no tuviera la capacidad de percibirlo. Como si mis sentidos estuvieran velados, limitados, y mi realidad estuviera en modo "no existe".


Pero ahora me pregunto: ¿Y si esa percepción fuera solo un reflejo del pasado? ¿Y si la abundancia ha estado siempre aquí, esperando a que abra los ojos y la reciba?


Recibir sin culpa ni miedo


Si, siento que en mi vida todo se tenía que ganar haciendo algo para ello, a base de esfuerzo, horas, sacrificio, dolor, de falta de respeto hacia uno mismo. Porque, además, yo he sentido que esta era la manera liberadora y la que generaba satisfacción al conseguirlo. ¡Se me acaba de caer la ficha! Porque ahora mismo… ¿Cómo voy a sentir satisfacción de algo si ese algo viene desde la facilidad, la sencillez y la abundancia? No era suficientemente bueno. Entonces, ¿para qué intentarlo?


Esto es lo que me está pasando con mis habilidades… Ante la facilidad con la que llegan la escritura, el movimiento o la expresión, no les doy importancia. Como no son fruto de lo arduo, de lo sangriento, del sacrificio, siento que no pueden ser valiosos. Como si lo genuino de mí, al ser fácil y fluido, no pudiera ser digno de la abundancia. Porque el punto desde el cual emerge es grácil, liviano, libre… y no duro, sufrido o maltratador.


Pero ¿acaso la flor se esfuerza por florecer? ¿El río lucha contra su cauce? ¿El sol debe probar que merece brillar? La facilidad no resta valor; es, de hecho, el mayor signo de alineación. Mis talentos no pierden su brillo por ser innatos, sino que lo potencian. La verdadera satisfacción no está en el esfuerzo agotador, sino en permitirme recibir con gratitud lo que ya es mío por derecho. En confiar que aquello que viene con fluidez no es menos valioso, sino más auténtico, más verdadero, más yo.


El tiempo ya llego, ese en el que SER es el camino y la meta al mismo tiempo, en un trasfondo en el que te das cuenta no hace falta ir hacia ningún lugar porque el lugar eres tú. Pongo mis manos en mi corazón y RESPIRO agradecimiento.


Os deseo un hermoso día.


 

Vilassar de mar, 8 de Marzo 2025

Comentarios


bottom of page