El olor del otoño y el constante movimiento
- silviandreun
- 13 oct 2024
- 3 Min. de lectura
Cuando aceptamos que la vida misma está compuesta de ciclos y que nosotros formamos inevitablemente parte de ellos, sentimos que estamos sumergidos en una fuerza invisible que todo lo abarca en constante transformación.
Una de las frases que mas me impactaron cuando hace años la escuche fue la de Neale D. Walsh: “Llama aventuras a tus miedos”. "Al hacerlo, transformas tus temores en algo positivo y traes una energía que puede sanar el miedo: la energía del entusiasmo, la energía de estar inspirado por la vida misma. Si vives tu vida con entusiasmo, el miedo desaparece y se convierte en una gran dicha, como siempre debió ser"
Ahora, esta gran reflexión toma un significado que nunca antes había experimentado. Una cosa es entender desde la mente lo que significa, y otra muy distinta es vivir esa comprensión desde el corazón, que te permite avanzar tomando el miedo de la mano como tu aliado, en lugar de querer alejarte de él o fingir que no lo ves, engañándote así y postergando esa experiencia que está pidiendo a gritos ser vista.
Una vez que he asimilado esta visión en lo más profundo de mi ser, decido actuar y elijo abrazar ese miedo a lo desconocido. Este miedo, que resuena con los ecos de los patrones de comportamiento que he adoptado a lo largo del tiempo, refleja arquetipos familiares, como el deseo de poseer algo material, la necesidad de alguien que me proteja, o la búsqueda de una figura a quien admirar que complete aquellas partes de mí que no me atrevo a reconocer.
Ahora, todo eso que veía en los demás y que he observado con detenimiento está siendo liberado y transformado en mí. Donde yo creía que no era capaz, me moví a pesar del miedo a sentirme sola, a sentirme juzgada, triste y desamparada. Me he dado cuenta de que todo ese pensamiento era como una cortina de humo: tiene mucha pompa, pero solo es humo que se desvanece con la perseverancia de encontrar la manera de ser fiel a uno mismo.
Ayer me hice una pregunta: ¿Cuán fiel crees que eres? Siempre me he considerado una mujer fiel a las parejas, a los trabajos, a la familia, a los amigos, a lo que supuestamente se espera de mí. Pero, ¿y hacia mí misma? ¿Qué es la fidelidad a uno mismo? ¿Va primero la tuya que la del resto? ¿De quién depende?
Es curioso cómo, cuando comienzas a plantearte este tipo de preguntas y tiras del hilo, empiezan a desatarse todos los nudos invisibles que siempre estuvieron allí. Adheridos como si formaran parte de mi ser, había toda una serie de condicionamientos que no me permitían ver con claridad.
Caminando entre los pinos del hermoso sendero que he decidido recorrer hoy para reflexionar sobre este aspecto tan fundamental que emerge con fuerza, veo la ginesta (retama) a lo largo del camino y recuerdo con mucho amor la delicadeza con la que, de pequeña, le hacía los ramos a mi madre. En cada uno de ellos le ofrecía mi corazón, y ahora agradezco desde lo más profundo de mi ser este amor que me dio la vida.
En el fascinante mundo de la botánica, cada especie floral posee un simbolismo oculto y distintivo. Esta especie, en particular, representa el crecimiento, la belleza y la conexión con la madre tierra. Agradezco profundamente toda la serenidad que me brinda.
Ya desde la antigüedad, filósofos de renombre por su aporte a la interpretación de este mundo que conocemos, intentaron poner palabras a todo aquello fundamental que da sentido a la vida. Como dice Carl Jung: 'Lo que aceptas, te transforma; lo que niegas, te somete.'
La barrera ilusoria del miedo nos hace quedarnos agarrotados en la comodidad de lo conocido, aunque eso no sea coherente con lo que tu cuerpo y tu alma te están señalando. Ese punto en el que debes escoger entre la comodidad y la fantasía de creer que la vida que tienes es estática y te pertenece, o darle un espacio a la duda razonable sobre lo desconocido. La tendencia a creernos nuestro discurso porque, ya está bien así, nos lleva a juzgarnos por aquellos aspectos que nos han acompañado toda la vida: ¿Seré demasiado exigente? un adjetivo que, al igual que una losa, me ha lastrado hacia un merecimiento mediocre que me ha llevado toda una vida comprender.
La fidelidad hacia uno mismo ocurre cuando te asiste y te inunda la certeza de que has tomado la decisión correcta para ti en ese momento. Este sentimiento de fidelidad es el que quiero para mi vida y, desde esta nueva perspectiva, siento el movimiento emergente como una combinación de coherencia, respeto y merecimiento, que me lleva a una certeza sobre lo que ES para mí y me sostiene en ese despliegue intrínseco de la vida misma.
Vilassar de mar, Octubre 2024






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