¿Qué es hacer las cosas bien?
- silviandreun
- 10 mar 2024
- 4 Min. de lectura
Leyendo un articulo de un gran amigo a cerca de cuidar la relación con el cliente como principal activo empresarial, lo asocio al capital fundamental que estas poseen y con el cambio de rumbo que siento que necesitan las organizaciones.
Cuando en las empresas te piden que hagas algo muy bien ¿estamos seguros de que se entiende el mensaje? ¿Cómo saber si todos lo interpretan de igual manera ?
Asisto a una reunión, es la primera vez que de una manera tan directa, comunican la intención de priorizar a las personas en la organización, o al menos eso entiendo o quiero interpretar, siendo victima de mis ganas de detectar un ligero cambio que nos lleve adentrarnos en un proceso de encontrar nuevas miradas y nuevos enfoques que complementen y engrandezcan lo que nos ha llevado a ser uno de los mayores referentes empresariales del sector a día de hoy.
Es un momento decisivo porque, desde mi perspectiva, es el momento de la inclusión, de ver que hay nuevas maneras de gestionar los equipos pero no porque nos hayamos inventado una técnica, o aparezca una nueva herramienta que nos diga cómo hacerlo sino porque ha llegado el momento de mirarnos a nosotros mismos. Es un momento en el que la sociedad en general parece estar mas desorientada que nunca y por ello, llegó la hora de ver y de preguntarnos qué es lo que nos hace verla de esta manera.
Partiendo de la base de que la sociedad la formamos todos nosotros y que es un reflejo de nosotros mismos, es el momento de empezar a tomar la responsabilidad en hacer algo diferente que parta desde cada uno de nosotros. A ello me refiero, en que podríamos plantear una duda razonable a cerca de la continuidad del sistema implantado hasta el momento cómo la manera mas optima de afrontar los nuevos retos que se nos están dando ya en nuestras organizaciones.
Sin perder de vista a los aprendizajes y la majestuosidad de lo que ya somos, de lo que nos ha hecho llegar a este punto, es el momento de honrar la historia de las organizaciones y sin perder nunca de vista la gratitud hacia aquello que nos ha llevado a estar presentes en este momento, albergar la esperanza en que la semilla de la duda razonable pudiera entrar en las personas que lideran las organizaciones.
¿Y si en esta duda se contemplara la posibilidad de poder abrirnos a la experiencia de nuevos aprendizajes de nosotros mismos que inciden e incluyen implícitamente el cómo nos sentimos y nos presentamos ante el mundo?
En mi opinión personal, de ser así, tendríamos la oportunidad de que se nos abrieran espacios diferentes en nuestro interior y por consiguiente en el exterior, con los equipos y las organizaciones, capacitándonos y posibilitándonos a abrirnos y adentrarnos a nuevas realidades.

Depende de cada uno de nosotros el encontrar alternativas nuevas, diferentes que nos impulsen, o mejor aún, que nos inspiren a reinventarnos constantemente. Similar al recorrido de los artistas, algo parecido puede ocurrir con los movimientos de cambio en las organizaciones. Observamos cómo los artistas que han dejado una huella en nuestra historia transmutan sus enfoques, incorporando nuevas tendencias que emergen en la sociedad, llevándolos a completar y engrandecer su obra de manera sublime.
¿Cómo poder ver la grandeza de nuestros equipos si tenemos confusión con sentir la nuestra? ¿Cómo poder ver al otro si constantemente nos estamos saboteando a nosotros mismos? ¿Cómo podemos crear espacios para que el equipo crezca, se coordine y se autorregule si en nosotros mismos no hemos sembrado ya esa semilla? Es como pedirle a un pintor crear un lienzo sin haber preparado su espacio de creación para llevarlo a cabo.
Si nos atrevemos a coger el camino de la autoindagación, estamos asumiendo la responsabilidad de encontrar la coherencia en nosotros mismos primero antes de quererla gestionar en el exterior. Seria como tener la llave maestra que nos abre el camino hacia la gestión de los equipos desde la naturalidad del ser quien ya somos, la coherencia entre mente, cuerpo y espíritu.
Durante mi trayectoria profesional, he notado que a menudo se ha evitado asociar a los lideres con habilidades como la capacidad de amar, de empatizar, de respetar, de acompañar, de estar plenamente consciente, en todos los aspectos de su ser, de lo que simplemente es. Un líder que está completo consigo mismo tendrá la oportunidad y la capacidad de ver al otro de manera mas consciente y plena. Esto les impulsara a encontrar la mejor solución que será resultado de la integración de todas las perspectivas que convergirán en algo mucho mas completo, grande y hermoso. La coherencia, la cooperación, la generosidad, la cordialidad y la compasión son elementos clave en este proceso.
Tomar la responsabilidad de que el cambio en las organizaciones empieza por el cambio en cada uno de nosotros porque al cambiar la manera de ver las cosas, las cosas que vemos cambian. La transparencia y la sensación de ver a todas las partes, realmente la de sentir que la visión de cada uno de los colaboradores contribuye a algo mas grande y mas completo que la suma de las individualidades, es algo supremo que una persona sola hubiera sido incapaz de construir puesto que cada uno de nosotros somos una inmensa gota y juntos formamos un maravilloso océano.




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