top of page

¿Por qué confundimos buenismo con liderazgo?

En el entorno empresarial y profesional, muchas personas bien intencionadas han caído —sin darse cuenta— en un patrón que frena su verdadero liderazgo: confundir el deseo de ser amables con la necesidad de evitar el conflicto.


Y es que, en un intento por ser empáticos, accesibles y colaborativos, podemos terminar adoptando una postura que no es ni liderazgo ni compasión: es buenismo.

El buenismo en las organizaciones no es una virtud, es una estrategia de supervivencia emocional.

Y como toda estrategia nacida del miedo, acaba agotando, generando incoherencia y minando la confianza.


He observado en mí —y en muchas personas con las que trabajo— que detrás de esa actitud complaciente hay un anhelo mucho más profundo: el deseo de ser queridos, validados, reconocidos.

Un deseo legítimo, humano. Pero cuando no lo hacemos consciente, se cuela en nuestras decisiones, en nuestras reuniones, en nuestros proyectos… y distorsiona el rol que intentamos asumir.

Decir  cuando en realidad queremos decir no.

Evitar poner límites por miedo a parecer duros o poco empáticos.

Cargar con tareas que no nos corresponden para no decepcionar.

Todo eso parece generosidad… pero muchas veces es una forma encubierta de pedir amor, aprobación o pertenencia.


ree

Y aquí es donde el liderazgo consciente nos invita a mirar más profundo:


¿Qué estoy esperando recibir a cambio de esta “bondad”?

¿Estoy liderando desde la claridad o desde la necesidad de ser aceptado?

¿Estoy tomando decisiones alineadas o negociando inconscientemente mi valor?


Muchos de estos patrones tienen raíces en nuestra historia personal.

Tal vez en la infancia aprendimos que el amor se ganaba haciendo méritos, siendo buenos, no incomodando.

Quizás crecimos con modelos donde el reconocimiento se conseguía a través del sacrificio o el rendimiento incansable.

Y sin quererlo, llevamos ese guion a nuestros equipos, a nuestros proyectos, a nuestra manera de liderar.

Pero liderar no es contentar.

Liderar es sostener.

Sostener una visión clara, unos valores firmes y una coherencia interna que inspira sin necesidad de imponerse.

El liderazgo verdadero no busca ser querido por todos, sino ser íntegro con uno mismo.

Y eso implica saber decir  y también no.

Saber escuchar sin diluirse.

Saber estar presente sin cargarse el peso del otro.

Saber acompañar sin olvidarse de sí.


Así, desde mi experiencia, te invito a que no lideres para que te quieran. Lidera porque sabes quién eres.

Y desde ahí, crea. Relaciónate. Negocia. Inspira.


Porque cuando lideramos desde nuestra autenticidad, no solo creamos mejores resultados, sino que sembramos espacios más honestos, humanos y sostenibles.



Vilassar de Mar, de Junio 2025

Comentarios


bottom of page