top of page

Lo importante es invisible a los ojos

“Aunque a veces te sientas navegando en lo profundo en donde todo esta oscuro…

Tú sigue subiendo, confía en tu propia luz

Pronto te darás cuenta de que todo empieza a iluminarse

Hasta que un día veras reflejado a fuera

Todo aquello tan hermoso que llevas dentro” (@cre.serenamor @shanandai )

 

El valor de lo que no se ve


Hoy hablaba con una amiga y le compartía lo orgullosa que me siento de mí.

Le hablaba de esta sensación que inunda mi cuerpo, una emoción profundamente ligada al amor hacia mí misma y a la autovaloración. Es un movimiento nuevo que nace de mi autenticidad; una vivencia de coherencia, humildad y gozo que recorre cada rincón de mi ser. Se expande desde adentro, llevándome a un territorio nuevo donde la percepción va más allá de lo físico y lo conocido.

Y sí, me he atrevido a compartir mi experiencia personal en un ámbito profesional, precisamente en ese espacio donde durante tanto tiempo creí —y no sé hasta qué punto también quise— pasar desapercibida.


Hoy siento que algo ha cambiado en mi interior.

Se ha recolocado desde un lugar donde la certeza, el amor y la comprensión lideran.

Es una sensación que percibo con claridad, una vivencia con forma y profundidad, en la que —desde el lugar en el que estaba antes— la estructura mental, el razonamiento y el enjuiciamiento, me habrían cortado el impulso que ahora nace desde mí corazón. Un movimiento intuitivo, suave, respetuoso y amoroso emerge con ligereza en mí.


Hay algo en mi interior que he comprendido: tal vez una idea mal colocada, fruto de una interpretación personal que hice en su momento y que, sin darme cuenta, arrastré creando una realidad distorsionada. Una idea que hacía mantenerme en una posición de pequeñez y de desvalorización. No me permitía actuar desde la igualdad —ese espacio donde todas las perspectivas tienen el mismo valor, y donde al unirlas, creamos algo más grande y auténtico.

Ahora he puesto luz sobre eso, y esa claridad me ha permitido iniciar este movimiento intuitivo, nacido del corazón y sin razonamiento previo.


Uno de los temas que ha estado presente en las profundidades de mi ser ha sido una gran incomprensión:

¿por qué estoy en este lugar?

¿Por qué en este sector?

¿Por qué rodeada de tantos hombres, con una energía masculina tan marcada y desbordada?

Estas preguntas me han acompañado durante años….hasta ahora.


A través de la experiencia de mi vida y de todo lo que he ido reconociendo en mí, he empezado a comprender el verdadero propósito de mi profesión.

Más allá de si en sus inicios fue un trabajo elegido sin plena consciencia —o si acaso lo elegí desde una comprensión más limitada y superficial— he podido ver que en él habitaba una posibilidad profunda de transformación. Una transformación que comenzó en mí misma.

Una profesión que parecía haber aparecido por casualidad se ha ido convirtiendo en una vocación. En un espacio donde puedo —y de hecho he podido— encontrar una parte de mi verdad, esa que ahora comparto con certeza cada día, desde la responsabilidad de haberla elegido.

A veces me escucho hablar y siento que hay algo —alguien— que habla a través de mí.Y me quedo resonando con palabras que me impactan. Entonces, reflexiono sobre ellas: ¿Por qué digo esto? ¿Para qué lo repito tantas veces?


La importancia de poner atención a lo que realmente importa


Estos últimos días, a raíz de escenarios que se han mostrado a mi alrededor, he tenido la oportunidad de reflexionar profundamente sobre lo importante que es para mí aprender a poner atención en lo verdaderamente importante.


A menudo nos dejamos llevar por la urgencia de lo que supuestamente “nos quema”, lo inmediato, lo ruidoso…

Y en esa prisa, dejamos de prestar atención a aquello que está más ligado con los valores que nos unen como personas, equipo, como empresa o como sociedad.

He tenido la oportunidad de reconocer en mí, a través de un suceso muy concreto con un miembro del equipo, que lo más importante es identificar qué aspectos de ti requieren más atención, y más aún, qué parte necesita una atención más compasiva, más cercana, más humana. Porque cuando empezamos a tratarnos con esa humanidad, también aprendemos a mirar al otro con esa misma presencia.


Cada suceso que ocurre a nuestro alrededor puede ser un espejo. Una nueva oportunidad para desenredar aquello que quedó atrapado... y dar luz a esas partes de nosotras que aún esperan ser comprendidas y sanadas.

Recientemente, la vida me ha presentado una prueba clara. Y frente a ella, he podido decirme palabras como:

“Discúlpame, no he prestado atención a lo que realmente era importante”.

“Discúlpame porque creí que atender lo urgente era más importante que estar en este espacio donde poder vernos y expresar nuestra verdad”

“Discúlpame porque no te di el valor ni la importancia que realmente tienes. Me distraje. Ahora te veo, por fin, y te agradezco la oportunidad de reconocernos en nuestro camino. Te dejo libre para que seas, desde un espacio en el que habitan la honorabilidad, el respeto y la confianza en el misterio de la vida que se despliega ante nosotros”

 

No hay ningún lugar a donde ir, solo atender las pistas que nos ofrece y seguir el río de la vida…El mismo río que hace que un árbol crezca, que haya olas en el mar, y que experimentemos nuestras vidas siendo conscientes de la finitud de nuestros cuerpos.


ree

Lo esencial no siempre se ve… y aun así necesita ser reconocido


La necesidad de reconocimiento externo no es superficial. Es humana. Nace de una parte de nosotros que, en algún momento, no se sintió vista, escuchada o validada. Entonces, buscamos fuera ese reflejo que nos diga:

“Tu presencia importa. Lo que haces tiene valor. Tú eres suficiente.”

Y aunque este deseo es legítimo, también puede convertirse en una trampa si olvidamos mirar con el corazón —como nos recuerda El Principito—.

“Lo esencial es invisible a los ojos.”


Y sin embargo…¿Cuántas veces despreciamos lo esencial solo porque no se ve?¿Cuántas veces dudamos de nuestra voz, de nuestro trabajo o incluso de nuestro ser… solo porque no tuvo el eco que esperábamos fuera?


Reconocer lo invisible: un acto de amor propio


Reconectar con lo esencial —con lo que no se ve, pero vibra— es también un acto de auto-reconocimiento y  de auto valor. Es decirte a ti misma:

“Sé que esto que ofrezco es auténtico. Aunque no sea aplaudido, aunque no sea comprendido de inmediato, tiene sentido para mí. Y eso basta.”

Cuando reconoces lo esencial en ti, empiezas a ofrecerlo desde otro lugar: No desde la necesidad de ser vista, sino desde el gozo de ser verdadera. Y curiosamente, es desde ahí que los demás también comienzan a verte de verdad.


El viaje de vuelta al corazón


Entonces, el reconocimiento externo deja de ser un requisito… y se convierte en una celebración, un regalo que puede o no llegar, pero que no define tu valor.

Tu valor ya está. Esta en lo invisible, en lo silencioso, en lo sutil. Está en tu coherencia. En tu presencia. En tu verdad dicha con temblor y todo.

Y a veces, basta con mirarte al espejo y susurrarte:

“Hoy me vi. Hoy me creí. Hoy reconocí lo esencial en mí.”

Eso… lo cambia todo.



Vilassar de Mar 23 de marzo de 2025


 
 
 

1 comentario


Hermoso avance 😍

Me gusta
bottom of page